“Majestuosa encabezando el mapa, cual pedestal representando un reino, luciendo con soltura y elegancia, una gigantesca manta y joyas de misterio”.
Definitivamente no hay un verso que sintetice de manera tan resumida y a la vez tan profunda, la riqueza infinita en todos los sentidos de nuestro departamento guajiro, como ese de la canción la dama guajira de la autoría del maestro Hernando Marín (q.e.p.d) capaz de transportar a todo aquel que lleve esta tierra en el corazón, de cualquier metrópolis vanguardista y ampliamente desarrollada del mundo actual, a la tranquilidad de un ambiente puro y mágico rodeado de la diversidad del paisaje, de mar y rio, de una gastronomía sin igual, de cantos acompañados por acordeón caja y guacharaca, dedicados a la parranda, al amigo, o haciendo homenaje a la belleza original e impactante de la mujer guajira, que da lugar al amor.
Recuerdos de mi guajira?.... muchos, basta evocar los tiempos de mi niñez en Villanueva, cuando en el patio de la casa de mi abuela Gloria Socarras quedaba estupefacto al presenciar las parrandas comandadas por mi padre ORANGEL “el pangue” MAESTRE y mi tío GABRIEL “el chiche “ MAESTRE y de ay en adelante ver desfilar a varios de los baluartes nacidos en esta cuna de acordeones tales como ALFONSO “poncho” COTES Jr. ISRAEL ROMERO, EMILIANITO ZULETA, entre otros, al lado de una olla en la que se cocinaba un buen sancocho de gallina criolla, y por supuesto un trago de whisky que tomaban entre anécdotas, cuentos, cantos y las notas de un acordeón. Mientras tanto yo disfrutaba una arepuela de huevo hecha por la vieja Luisa Bolaños, esas que se hicieron famosas en toda la región.
En mi adolescencia, seguía creciendo rodeado del encanto natural de la guajira, ese del que hasta el día de hoy vivo enamorado. No había momento más feliz que las vacaciones dado que vivía en barranquilla, no tenía más que esperar junio y diciembre para viajar a Riohacha a casa de mis abuelos maternos y vivir al máximo uno por uno los días entre los primeros amores, el baño diario en la playa que se convertía casi que en una cita infalible con el esparcimiento, la alegría y el jolgorio, las primeras parrandas que duraban hasta el amanecer con el pretexto de ir a desayunar tortuga a las 6 am, porque si llegábamos más tarde se acababa, y la nostalgia inevitable que me invadía cuando acababan las vacaciones y ya era hora de volver.
Hoy en día, sé que muchos como yo que nos encontramos lejos ansiamos visitarla más seguido, vivir el desarrollo de su capital y cada uno de sus municipios, ser testigos del nacimiento de cada nueva promesa de nuestro folklore, enseñar a las nuevas generaciones a valorar nuestras raíces, nuestra cultura, nuestras riquezas naturales, volver un día para quedarnos para siempre.
Esa es nuestra guajira, tierra de mujeres hermosas y hombres buenos y trabajadores, fuente de trabajo para Colombia y el mundo por su riqueza mineral, núcleo folklórico donde encontramos los más grandes exponentes de la música vallenata, gente cálida y virtuosa que hace de las penas un festival y de la tristeza una parranda, donde nací, donde aprendí a cantar, de la que me enamore y siempre viviré enamorado.
ESCRITO POR:
ORANGEL “panguito” MAESTRE.
vocalista de la agrupacion musical vallenata PANGUITO MAESTRE & MONO COTES
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