lunes, 12 de diciembre de 2011

AGRADECIDO CON LA GUAJIRA

Para el ser humano, lo más importante es sentirse querido y respetado, es de esta manera como me siento cada vez que he tenido la oportunidad de pisar las hermosas tierras Guajiras.

La belleza exuberante de sus paisajes y ese calor humano indescriptible, hacen que me sienta un hijo más de esta región, dominada por hermosos amaneceres y por esa magia indescriptible que solo aquel que ha estado en La Guajira puede sentir y conocer.

Me llena de mucho orgullo sentirme tan querido en estas tierras, en donde reconocen mi música y mi talento para ejecutar el instrumento que se ha convertido en la extensión de mi existir, en donde sus nativos  han disfrutado con alegría las notas emanadas de mi acordeón, de este noble instrumento que solo me ha hecho merecedor a distinciones de afecto y cariño incalculable, que no alcanzaría mi vida para retribuirle a todos sus habitantes el gran apoyo a mi carrera musical y que tal vez de la única manera de agradecerles es compartir este don, otorgado por Dios, con todas las personas que viven, aman y disfrutan con el vallenato, con esa música de acordeón que tuvo su entrada a nuestro país por las costas de la península Guajira a finales del siglo XIX y que sirvió como herramienta de vaqueros y campesinos para desahogar su cotidiano vivir, incorporándolo paulatinamente a sus expresiones musicales hasta convertirse en el instrumento principal del conjunto típico de música vallenata.

En mi corto trasegar por la vida, debo dar gracias infinitas a Dios por bendecirme con este don tan maravilloso, debo agradecer también a La Fundación Festival Francisco El Hombre, por  considerarme como uno de los mejores exponentes de este instrumento tan generoso, por ver en mi esas cualidades para representar esa cultura de nuestros ancestros, de aquellos hombres que iban y venían a lomo de burro o caballo, de vereda en vereda y de pueblo en pueblo, entonando melodías de su diario vivir y hasta teniendo encuentros con el diablo, soportando la inclemencia de la alta clase social que en sus principios desestimó este ritmo musical porque se trataba de algo “vulgar”, pero que con el tiempo se ha convertido en esa expresión autóctona folclórica nacional de Colombia ante el mundo, lo cual me llena de orgullo y me siento satisfecho al poder aportar mi talento en el engrandecimiento de este género musical tan importante en nuestros días.

Me veo en la necesidad de expresar mi más sincero sentir, por todo el afecto y esas demostraciones de cariño que siempre recibo cada vez que estoy en estas tierras, lo cual me hace comprometerme con ustedes y decirles que cada vez que requieran de la presencia de Javier “El Pollo” Matta en tierras guajiras, siempre estaré presto a asistir a su llamado con la misma alegría y disposición que me hace sentir un hijo más de este acogedor terruño.
Con todo mi cariño,

Javier Antonio Matta Correa
Primer lugar como acordeonero y mejor agrupacion en el festival Francisco El Hombre 2010
Acoedeonero de la agrupacion musical JOSE DARIO OROZCO & JAVIER MATTA

LA TIERRA SE LLEVA EN EL CORAZON

“Majestuosa encabezando el mapa, cual pedestal representando un reino, luciendo con soltura y elegancia, una gigantesca manta y joyas de misterio”.                                     
Definitivamente no hay un verso que sintetice de manera tan resumida y a la vez tan profunda, la riqueza infinita en todos los sentidos de nuestro departamento guajiro, como ese de la canción la dama guajira de la autoría del maestro Hernando Marín (q.e.p.d) capaz de transportar a todo aquel que lleve esta tierra en el corazón, de cualquier metrópolis vanguardista y ampliamente desarrollada del mundo actual, a la tranquilidad de un ambiente puro y mágico rodeado de la diversidad del paisaje, de mar y rio, de una gastronomía sin igual, de cantos acompañados por acordeón caja y guacharaca, dedicados a la parranda, al amigo, o haciendo homenaje a la belleza original e impactante de la mujer guajira, que da lugar al amor.
Recuerdos de mi guajira?.... muchos, basta evocar los tiempos de mi niñez en Villanueva, cuando en el patio de la casa de mi abuela Gloria Socarras quedaba estupefacto al presenciar las parrandas comandadas por mi padre ORANGEL “el pangue” MAESTRE y mi tío  GABRIEL “el chiche “ MAESTRE y de ay en adelante ver desfilar a varios de los baluartes nacidos en esta cuna de acordeones tales como ALFONSO “poncho” COTES Jr. ISRAEL ROMERO, EMILIANITO ZULETA, entre otros, al lado de una olla en la que se cocinaba un buen sancocho de gallina criolla,  y por supuesto un trago de whisky que tomaban entre anécdotas, cuentos, cantos y las notas de un acordeón. Mientras tanto yo disfrutaba una arepuela de huevo hecha por la vieja Luisa Bolaños, esas que se hicieron famosas en toda la región.
En mi adolescencia, seguía creciendo rodeado del encanto natural de la guajira, ese del que hasta el día de hoy vivo enamorado. No había momento más feliz que las vacaciones dado que vivía en barranquilla, no tenía más que esperar junio y diciembre para viajar a Riohacha a casa de mis abuelos maternos y vivir al máximo uno por uno los días entre los primeros amores, el baño diario en la playa que se convertía casi que en una cita infalible con el esparcimiento, la alegría y el jolgorio, las primeras parrandas que duraban hasta el amanecer con el pretexto de ir a desayunar tortuga a las 6 am, porque si llegábamos más tarde se acababa, y la nostalgia inevitable que me invadía cuando acababan las vacaciones y ya era hora de volver.
Hoy en día, sé que muchos como yo que nos encontramos lejos ansiamos visitarla más seguido, vivir el desarrollo de su capital y cada uno de sus municipios, ser testigos del nacimiento de cada nueva promesa de nuestro folklore,  enseñar a las nuevas generaciones a valorar nuestras raíces, nuestra cultura, nuestras riquezas naturales, volver un día para quedarnos para siempre.
Esa es nuestra guajira, tierra de mujeres hermosas y  hombres buenos y trabajadores, fuente de trabajo para Colombia y el mundo por su riqueza mineral, núcleo folklórico donde encontramos los más grandes exponentes de la música vallenata, gente cálida y virtuosa que hace de las penas un festival y de la tristeza una parranda, donde nací, donde aprendí a cantar, de la que me enamore y siempre viviré enamorado.
ESCRITO POR:
ORANGEL “panguito” MAESTRE.
vocalista de la agrupacion musical vallenata PANGUITO MAESTRE & MONO COTES